¿Cómo la vida puede hacerle a los que quiero porquerías como ésas? ¿Cómo pudo llevarse a una niña tan amada? ¿Por qué me obliga a sentir en el alma el dolor profundo de uno de mis mejores amigos? Y encima ni siquiera me permitió estar a su lado.
Cami, lo siento. De verdad, en el fondo de mi corazón, he sentido tu pérdica como mía. No he podido dejar de pensar en ti ni de desear con todas mi fuerzas que cese tu dolor y encuentres la calma.
No importa que no quieras hablar, ahí está mi hombro, aunque de nada sirva, y te quiero.
Sunday, October 30, 2005
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