Sueños y otras vanidades

He estado lejos mucho tiempo: la falta de internet, montones de trabajo, planes para diplomados y maestrías, y un largo etcétera. Dentro de toda esta barahunda de mi vida, los sueños tienden a dejarse a un lado. Pero aunque he estado muuuuy distraída, no he dejado de extrañar el rincón de sueños que un día me abrió las puertas y me regaló gran parte de lo que ahora más valoro: el amor y la amistad. Si, ya, que sí, que estoy hablando de la Toe. Una Toe que, de repente, ya no es (y hace un buen tiempo, hay que admitirlo) lo que yo necesito.

Un día, hace dieciciete años, alguien me dió a leer "El Señor de los Anillos". Desde entonces no he dejado de buscar la Tierra Media en cada página que leo. Lo fantástico se convirtió en mi obsesión y me ha empujado a devorar cientos de volúmenes. Quizás ha hecho de mí lo que soy ahora: profesora de español y literatura. Lo que soy me hace feliz, habría que aclarar.

Un día, supe que había otras personas como yo. Personas que buscaban la Tierra Media en sus sueños más queridos. Los contacté, me aceptaron, entré a formar parte de la Toe. Eso fue hace ya cinco años.

No importó lo que la vida me trajo, a dónde me llevó, cuantos dolores me infligió o cuantas veces me hizo reir... La Toe estaba allí, siempre, un asidero en la fantasía.

Allí eramos, de verdad, seres mágicos que vagaban por las tierras del Maestro Tolkien. Cuando nos enviábamos correspondencia, nuestros nombres reales no existían y era un lío en el correo. Éramos, de verdad, humanos de la primera edad, elfos mágicos, hobbits comarqueños, seres oscuros despiadados... Nos pasábamos horas y horas hablando de literatura y cine y juegos de rol. Las luchas y los encuentros eran magníficos y, con estupendas excepciones, sólo ocurrían en nuestro mundo mágico.

De esta época y un poco más hacia adelante, provienen algunos de los amigos que más quiero y con quienes he pasado, quizás, algunos de los momentos más intensos y divertidos de mi vida, que ya no es corta. Del mundo maravilloso que pisábamos, ha quedado mi corazón grabado con dos amores intensos e importantes, uno de los cuales me acompaña hoy cada día y cada noche.

La Toe era mi refugio, el único baluarte contra la realidad desgarradora, cínica y mentirosa.

Ese refugio, amigos míos, desapareció. No culpo a nadie. Pero lo que la Toe es hoy no es lo que yo soñaba. Si hubiese querido un lugar lleno de obligaciones burocráticas, normas rígidas e Iso 9000, me hubiese inscrito en una universidad. Yo sé que hay gente que quiere grandes cosas para la Toe. Yo no. Yo hubiese querido que siguiera siendo un sitio de amistad y camorra, un lugar muy, muy alejado de la realidad, que no la tocara nunca, que existiera en la imaginación friki de un grupo de lectores empedernidos. Que fuera un lugar para compartir pasiones literarias, para evadirse. Yo quería mi opio personal, mi país de nunca jamás.

Sé que la Toe seguirá creciendo y se hará grande y exitosa. Hay personas que pueden llevarla a ese lugar y no lo dudo. pero, ¿quien buscaba, hace cinco años, una empresa? Yo sólo perseguía mis sueños.

Turin, Aldaron, Haplo, Ghim, Ar Adúnakor, Montañita, Nienna, Khouly, Varin, Kaimelar, Silvrad, Camellia, Isilme, Lissedil, Simbelmyne, Hannasielven, Pippin, Dranlagor, Tulkas, Laurelin, Huan, Ninniel, Bandobras, Arkana, Arlen, Fingolfin, Elrobos, Eriol, Elen, Gil-Galad, Arien, Eönwe, Tuor, Gamgee, Fimbrethil (quizás olvido a alguno y será imperdonable)... Los quiero tanto, tanto, que me tiembla el corazón cuando pienso en todos al mismo tiempo. ¿Será que alguna vez podremos caminar, no por una empresa con certificación de calidad, gracias, ya trabajo en una, sino por una tierra mágica, de nuevo, juntos y felices?