Lucha de clases

"Eres la mejor profesora de español que he tenido".
"¿Tú crees que me voy a perder tu clase?"
"Pero si ahora todo el mundo entra a tiempo a clase".
"Esa clase me encanta"
"-Mira, aquí está la tarea.
-¿Ya la hiciste? Pero si era para dentro de una semana...
-Pero ya la terminé.
-Bueno, muy bien. ¿Alguien más la hizo ya?
-Todos..."

No. No son escenas de un sueño ni de un mundo perfecto imaginado. Es lo que pasa ahora con mis estudiantes de sexto. ¿La razón? Estamos jugando rol en clase. Y no es que yo sea la más locha de las profesoras y haya decidido no volver a planear o corregir... Todo lo contrario. Decidí darme la pela y planear tres grupos de rol simultáneos, cada uno con veinte estudiantes. Esta es la historia:

Un día llegó a mi casa un libro sobre un juego de rol que yo no conocía: Oráculo (no tengo cómo agradecerlo, de veras), un juego basado en la grecia antigua. Al afortunado evento se sumó el que mis estudiantes de sexto estuvieran viendo, precisamente, historia de Grecia. Así que decidí planear un último bimestre un poco sui géneris. Primero, adecuar el juego para simplificarlo lo máximo posible. Segundo, hacer equivalentes las competencias que necesito evaluar con el desarrollo del juego. Así, se les pidió a los niños que compraran el libro de Hawtorne sobre mitología griega. Literatura cubierta. La parte de creación corre por cuenta de la construcción de personajes, su historia y sus aventuras. De esta manera también evalúo redacción y ortografía, con una motivación extra: si escribes bien, recibes un regalo de los dioses... Si escribes mal, puedes llegar al Tártaro. Y las competencias orales las evalúo a lo largo de juego. En fin, han ocurrido eventos extraordinarios, como que los niños entregen las tareas con semanas de antelación; interrumpan cada espacio libre que yo tengo, para ponerse al día con la clase; TODOS asisten a clase y permanecen un bloque de dos horas en silencio; los estudiantes problemas son los más motivados y trabajadores... Es genial. Es el mundo perfecto del profesor. De verdad, de verdad, gracias, Mornatur por haberlo hecho posible.