Paula solía decir...

"Cada cual hace de su vida un tango y de su culo un restaurante".

Bueno. ¿Y si yo no quiero abrir el restaurante, sino hacer servicios exclusivos, estoy mal? Si uno decide que quiere ser simple, que quiere seguir soñando con la idea de que el amor puede ser exclusivo, si uno decide que puede ser mujer, MUJER, con todo lo que implica de terrenal y tradicional, es decir, querer tener un lugar fijo, un hombre bueno al lado, ser madre, administrar la casa, buscar un rumbo, y sobre todo, aceptarse como es, saber que no quiero compartir al hombre que amo y asumirlo, tranquilamente, mirar dentro de mí y poder decir: si, hay cosas que puedo soportar en una relación, hay otras que no... Y a pesar de tener un lado oscuro, a pesar de mis perversiones y mis dudas, poder creer en algo, poder creer que tenemos algo firme, por lo menos: a nosotros mismos.
Entonces, si el restaurante, el mío, se cierra, los demás deben saltarme al cuello con peroratas feministas y freudianas...
Vale, trataré de hecer la tarea... A ver si maduro (ser maduro parece ser que ahora significa que debes acostarte con todos alegremente y vivir al extremo y darte en la cabeza con alcohol -si no hay nada más interesante- todo lo que puedas y preocuparte más de cómo te ves y cuanto levantas, que de todo lo demás, y eso sí, nunca, pero nunca, demostrar que te duele o te preocupa que alguien a quien amas haga lo mismo que tú), pero como dice Carlos Mauricio, me parece difícil, pues en este sentido yo no maduraré ni aunque me envuelvan en papel periódico...

Ps. Acabo de recordar que fui muy "madura" hace unos años... Y me cansé. Qué alivio.