Saturday, September 10, 2005

Memorias

Nació al iniciar los años treinta en una casa grande de la calle 22 con quinta, fruto de la hija mayor de una importante familia bogotana y de un hombre simple, santandereano, que fue el primero en ganar la lotería de Bogotá. Estudió con los curas Cervantinos y con los Magistrados Rosaristas e hizo de su vida el ejercicio de la legalidad. Era, sin lugar a dudas, un hombre bueno. De niño, un tío joven que leía Biliquen le puso el apodo con el cual lo conocerían sus amigos hasta el día de su muerte: Pibe. Y no exagero. En las pompas fúnebres de El Tiempo y en la lápida del mausoleo familiar, en el Cementerio Central, este fue el nombre con el que se anunció su muerte.
El Pibe Torres amó y engañó y sufrió de mal de soltería hasta sus cuarenta años, cuando, siendo procurador del Quindío, conoció los únicos ojos que lo obligarían a llevar argolla. Ella tenía diez y siete y estudiaba en Calarcá. Sus cabellos largos y castaños tenían un tono gris indefinible, y sus grandes ojos azules se convirtieron en la razón de su vida hasta que logró que se casara con él.

A lo largo de su vida vio y conoció todo tipo de lugares y personas. Dentro de Colombia. Porque aunque anduvo miles y miles de kilómetros, nunca salió de su país y nunca quiso hacerlo. Del Cesar importó, junto con un grupo de jóvenes bochincheros, la alegría de la parranda Vallenata. Pero además contaba historias maravillosas de los llanos o del amazonas; de la Guajira y Mompox; del Chocó y el Urabá.
Pero eso sí: era bogotano hasta los tuétanos, del hablar al vestir: hincha del Santa Fé, godo Laureanista, ala, caray, caminante de la Candelaria y Chapinero; adoraba el ajiaco y el bisté a caballo y jugaba Tennis en los Lagartos.
Fumaba John Player y Pipa... Una pipa deliciosa que delietó las noches de mi niñez con el olor de la picadura que él mismo preparaba. Y su colonia, que echaba en el pañuelo, siempre de lavanda... Y la gomina Lechuga de su pelo almidonado.
A pesar de su conservadurismo, andaba desnudo por la casa y en ella nunca hubo censura pera mí. Ni horario para dormir o comer.
La música era su pasión: el jazz de las Big Bands, el viejo Son, los Boleros y Frank Sinatra. Bailaba como los dioses y era capaz de escribir poemas o tocar guitarra de oído cuando se sentía inspirado.
Era mujeriego y seductor. Entre sus novias eternas se encuentran bellas mujeres, como Gloria Sea, a quién adoró toda su vida. Y no podía evitarlo: su maravilloso sentido del humor y su encanto personal eran irresistibles.
Pero sabía también darle un lugar especial a todas las cosas y conservar la honestidad y la dignidad hasta las últimas consecuencias.
¿Qué es lo que más recuerdo? Quizás cuando me lanzaba, muy pequeña, sobre él, y él me hacía volar sobre el aire hasta la cama. O sus negocios: "te dejo ir si me das ocho besos, tres abrazos y una espichada".
Quizás la luz de su cuarto, hsta la madrugada; luz de lectura que apaciguaba todos mis temores.
Quizás cuando me leía, teniendo yo cinco años, los poemas de don León de Greiff; o me enseñaba a bailar bolero, a los doce.
Quizás su pasión desbordada por el cine y la manera como siempre se sabía (y arruinaba) los argumentos de cualquier película.
Quizás cuando me llevaba a comer Cóctel de langostinos y Fillet Mignon al Club del Rosario, como si yo fuera su cita y no una niña de seis años.
Indudablemente, la manera en que me enseñó a disfrutar del mundo, de lo sensual, del placer de la buena comida y la buena música y el buen cine. Cómo me enseñó a valorar la sencillez de la belleza y a nunca lagarterale a nadie.
O cómo me transmitió el gusto por la argumentación inteligente y la pasión de la lectura.

Hoy me veo repitiéndolo en gestos y palabras, en gustos y desprecios.
Hoy, más que nunca, está sentado junto a mí.
Hoy lo veo en ciertos gestos de mi hijo, en algunas de sus terquedades.

Gracias, Papá. No hubiera querido uno diferente. No importa lo que te haya dicho una adolescente inconsciente alguna vez. Donde quiera que estés (en tu paraíso de mecatos a medianoche, New York-New York y el mar de Cartagena), quiero que sepas que te extraño.

1 comment:

Aldaron said...

Simplemente, demasiado bello y conmovedor.
Sin duda alguna, un gran ser, y alguien a quién me hubiera gustado conocer...

Y sin duda alguna, una persona maravillosa, porque tú eres muchas de sus vivencias...